martes, 1 de mayo de 2012

Las circunstancias adecuadas


Julián E. Giambelluca (*)

En una nota publicada en este blog el día jueves 15 de diciembre de 2011, Luisa Ugueto dice: “Leer en el metro, incluso de pie, es una de las mejores decisiones que puedes tomar, te permite redituar tu tiempo, usarlo para ‘algo’.”
He sido, durante mucho tiempo, un “lector rodante del mundo”, como dice Luisa. Sin embargo, hoy entiendo que no sólo es imposible disfrutar de un buen libro en el subte (metro), sino que además es una tarea poco ética frente al trabajo que el escritor se ha tomado (junto con los cafés y tés de tilo, claro) para escribir su texto.
Recuerdo un cuento que reflexiona sobre este tema: “Las circunstancias adecuadas”, del escritor y periodista norteamericano Ambrose Bierce. En ese texto, un escritor se encuentra en el tranvía con un amigo, quien está leyendo un cuento suyo. El escritor se siente ofendido por su amigo, puesto que entiende que su cuento mal puede ser disfrutado en un transporte público. Se plantea, entonces, una discusión entre ambos personajes, entre el escritor y el lector:
“-[…]¿En qué depende de mí el placer que obtengo o puedo obtener de su obra? [Pregunta el lector].
-Depende de usted, muchísimo. Yo ahora le pregunto: Si lo tomara en este tranvía, ¿le agradaría el desayuno? Pongamos otro ejemplo, supongamos un fonógrafo tan perfecto que pudiera transmitir una ópera entera: canto, orquestación y todo lo demás; ¿cree usted que le procuraría un gran placer si la oyera en la oficina, durante sus horas de trabajo?”
Pero el problema no abarca sólo la cuestión del placer de la lectura, sino una reflexión sobre la moral del lector:
“-[…] Un escritor tiene derechos que el lector está obligado a respetar. [Dice el escritor a su amigo].
-¿Por ejemplo?
-El derecho a la total atención del lector. Negársela es inmoral. Obligarlo a compartirla con el traqueteo del tranvía, con el fluctuante panorama de la muchedumbre por las aceras y los edificios detrás […] es tratarlo con grosera injusticia. ¡Es infame, por Dios!”
Son palabras de ese personaje de Bierce que hago mías.
Quizás,la fuerza centrípeta de este mundo que nos sofoca a millones en un par de vagones rechinantes, nos convierta a todos, en un futuro no muy lejano, en “lectores rodantes del mundo”, lectores capaces de abstraernos por completo de los aullidos ferrosos que surgen de entre los rieles y las ruedas del subte al tomar una curva y, tal vez, podamos serlos más respetuosos lectores frente al trabajo del escritor. Yo, mientras tanto, seguiré buscando las circunstancias adecuadas para leer literatura.

(*) Julián E. Giambelluca ha cursado estudios de dirección cinematográfica y actualmente es estudiante de Letras en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Se desempeña como profesor de Literatura y es coordinador de un Taller Literario y de un Taller de Análisis Cinematográfico. Autor de varios cuentos inéditos, en la actualidad se encuentra embarcado en la escritura de su primera novela.